Un reciente debate presidencial tiene en boca de todos el tema de las pensiones. No es de extrañar, a todos nos preocupa disponer de recursos suficientes para vivir dignamente cuando no podamos trabajar. Unos acusan a los fondos privados de enriquecerse con dineros públicos, otros alertan que la pensión de los colombianos va a ser expropiada ¿Quién tiene la razón?
Para pensionarse un colombiano tiene 2 opciones. El régimen de prima media (Colpensiones) y el de ahorro individual (Protección, Porvenir, Colfondos y OLD MUTUAL). Para simplificarlo llamemos al primero el público y al segundo el privado.
En ambos sistemas el trabajador aporta mensualmente un 16% del su salario. En ambos casos los trabajadores tienen garantizado que si aportan durante un mínimo de 1300 semanas recibirán una pensión que no será inferior al salario mínimo.
En el sistema público los aportes de todos los trabajadores entran a un gran fondo común con el que se paga a quienes ya están pensionados. En el sistema privado los aportes del trabajador se registran en una cuenta individual que es administrada por el fondo de pensiones, quien invierte los ahorros comprando acciones de empresas, prestando plata al Estado y a particulares a cambio de un interés, entre otros.
Las ventajas de cada régimen varían según el caso. Para resumir, rápidamente podemos agruparlas así: cuanto le pagan al pensionado, a que edad se puede pensionar y que pasa si no cumple los requisitos para pensionarse.
La mensualidad que recibe el pensionado en el régimen público varía entre el 65% y el 85% del salario promedio que tuvo durante los últimos 10 años. En el régimen privado la pensión se calcula dividiendo el monto ahorrado entre los meses estimados que faltan hasta el final de la vida del pensionado (que se calcula según la expectativa de vida). Como el régimen privado se beneficia del interés compuesto. Entre más temprano empiece a aportar el trabajador, mayor será el ahorro acumulado. En cambio, el público beneficia a las personas que tienen ingresos altos en los 10 últimos años de vida (que son los únicos que se tienen en cuenta para calcular el monto de la pensión).
En cuanto a la edad para pensionarse, en el régimen público las mujeres deben tener 57 años y los hombres 62 (con algunas excepciones) mientras que, en el privado, teóricamente lo pueden hacer a cualquier edad siempre que el ahorro acumulado alcance para financiar la pensión hasta la muerte. Esto implica que el régimen privado da mayor flexibilidad, se puede escoger una pensión anticipada a cambio de un menor ingreso mensual.
En ambos casos existe la posibilidad de que no se alcancen los requisitos para pensionarse por no aportar durante suficientes semanas. Si eso pasa la persona puede solicitar que le devuelvan sus aportes. En el régimen público este valor será menor, pues le devuelve el mismo valor que aporto actualizado según el IPC, sin incluir ningún tipo de utilidad.
Los anteriores son, a grandes rasgos, los beneficios y riesgos que asume el trabajador en cada régimen. Pero desde el punto de vista de las finanzas públicas la cosa es diferente. Un trabajo académico (Farne y Nieto 2017) encontró que los aportes que hacen los trabajadores, en el régimen público, no alcanzan para financiar la pensión que reciben. En promedio los hombres aportan el 75% y las mujeres el 71% del monto total que luego recibirán como pensión (la diferencia se debe a la edad a la que se pensionan). Esto quiere decir que en el régimen público entre un 25% y un 29% de la pensión se paga con impuestos.
Lo anterior implica que una pensión alta recibe más subsidios que una pensión de salario mínimo. Por ejemplo, mientras que a un pensionado que gana el mínimo le pueden estar subsidiando mensualmente $250.000, a un pensionado que recibe 10 millones le pueden estar subsidiando unos 2.5 millones mensualmente. Un sistema inequitativo. Para pagar estos subsidios el Estado Colombianos gasta anualmente unos 14 billones de pesos. Dinero que se podría usar en otras cosas como salud y educación.
En un reciente debate, Gustavo Petro propuso que los recursos de los fondos privados pasen al régimen público, usando un sistema de pilares propuesto por el banco mundial. El sistema de pilares combina los beneficios del régimen privado y del público. En este sistema todos los trabajadores aporten una base mínima al régimen público y el resto al régimen privado (Contrario a lo que se ha afirmado no se eliminan los fondos privados, solo que estos se vuelven complementarios y dejan de ser una opción).
En realidad, esta propuesta no es exclusiva de Petro. Desde diferentes orillas se ha defendido el sistema de pilares como una solución. La discusión esta principalmente en cual sería la base del aporte obligatorio al régimen público. Algunos consideran que debería ser de solo un salario mínimo, otros que sea de 4 salarios mínimos, que es la propuesta de Petro.
El debate no es menor. Aunque los ahorros pensionales les pertenecen a los trabajadores, lo cierto es que estos no los pueden administrar libremente. En el sistema público los ahorros le permiten al gobernante de turno controlar una gigantesca burocracia y en el privado los fondos tienen la capacidad de decidir en donde invierten, siempre que respeten ciertas reglas. El portal verdad abierta creo una aplicación para mostrar en que han invertido los fondos de régimen privado. En algunos casos con sospechas de que los controlantes de los Fondos están usándolos para beneficio de sus propios negocios.
Personalmente soy partidario del sistema de pilares con un aporte público que sea equivalente solo al salario mínimo. El principal motivo es que, como mostré antes, a mayor pensión mayor subsidio debe pagar el Estado a largo plazo, pero también porque dividir los aportes entre los fondos público y privados garantiza menos concentración de los recursos. Si bien es cierto que el GEA y el grupo Sarmiento Angulo administran dos de los principales fondos, también es cierto que existen otras opciones (OLD MUTUAL y COLFONDOS), que en el futuro se pueden sumar nuevos fondos y que se pueden aumentar los controles a los fondos privados según sea necesario.
En conclusión, nadie propone “expropiar” las pensiones de los colombianos ni tiene licencia para adueñarse de sus rendimientos. Una reforma pensional es bastante compleja y va más allá de lo que los candidatos digan en un debate. Se trata de un sistema complejo con grandes desafíos a futuro. Más o menos existe un acuerdo sobre la necesidad de adoptar un sistema de pilares. Pero, como siempre, el diablo está en los detalles. El ideal es contar con un sistema que garantice unos ingresos mínimos para el retiro sin condenar a las futuras generaciones.
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